miércoles, 20 de julio de 2016

El Empoderamiento Espiritual de la Mujer. Escrito por una nativa Americana.

Extraído del libro “An Old Woman Speaks” –Traducido del inglés por Tahíta
Estamos ante una nueva Era. La antigua cultura maya habla de este cambio, el final de su antiguo calendario en 2012, y el comienzo de una nueva era. Ellos, junto con muchas otras culturas indígenas, también hablan de que esta vez, lo que viene será de un carácter más femenino, con sede en el corazón.
Pero las mujeres en nuestro mundo moderno tienen un problema. Han comenzado a ser financieramente independientes y capacitadas profesionalmente. Sin embargo, la necesidad más importante, que es su empoderamiento espiritual, a menudo se ha descuidado o ignorado.
Nuestro mundo está ya en transición y será un momento difícil hasta que florezca una nueva era de paz y entendimiento. Si nuestro mundo ha de sobrevivir, las mujeres espiritualmente deben ocupar su lugar para ayudar. Es hora de que den un paso hacia adelante. La hora de permanecer escondidas ha terminado.
La mayoría de las personas “conscientes” saben que es necesario sanar a nuestra Abuela Tierra si queremos sobrevivir. Sin embargo, es igualmente imperativo también curar a los demás a través del amor, la compasión, el respeto y, sobre todo, la oración. Las Oraciones del corazón son una de las influencias más poderosas en el universo. Por otra parte, las mujeres también tienen que ayudar a los hombres a desarrollar sus propios aspectos femeninos de delicadeza y sensibilidad, compasión y bondad. Tienen que ayudar a los hombres a aprender a trabajar desde el corazón.
Si no hacemos esto, no podemos ayudar a nuestro planeta y la humanidad en riesgo de extinción.
Las mujeres son realmente poderosas, poseen dones únicos. Es por eso que han sido consideradas una amenaza por tantas culturas modernas dominadas por los hombres y la jerarquía religiosa. Las mujeres están especialmente sintonizadas para caminar, tanto en el mundo espiritual como en el mundo material. Son grandes promotoras y creadoras de energía y el cambio. Su gran capacidad de integración las ha hecho especialmente empáticas y dotadas para ver y comprender el pasado. En última instancia, sus roles como cuidadoras y alimentadoras han abierto sus corazones y la conciencia en muchos niveles del universo. Sus dones espirituales pueden ser profundos.
Por desgracia, las mujeres han comenzado a perder esa comprensión de sus dones, ya que han luchado por sobrevivir en las sociedades insensibles de hoy. Muchas viven como víctimas de la violencia, víctimas de delitos contra el honor. Con demasiada frecuencia, sus corazones se sienten dolidos, inundados de miedo. Se han olvidado de quiénes son. Se han olvidado de sus instrucciones originales como seres humanos y como mujeres.
Sin embargo, la mayoría de las culturas indígenas reconocen las cualidades únicas y poderosas de la mujer. En muchas culturas fueron veneradas y respetadas. En algunos casos, toda la estructura de la sociedad era matriarcal. En otros, los dones espirituales especiales de las mujeres fueron reconocidos y considerados imprescindibles para conectar con la Divinidad. En todo el mundo indígena, las mujeres a menudo cumplen roles como dirigentes, asesoras o guardianas de sabiduría. Muchas veces, ellas son curanderas de la comunidad y videntes, aunque eso, en algunas culturas, se reserva para las mujeres en edad post-menopáusica.
También se reconoce que la mujer en su luna, su período de menstruación, es más poderosa, aunque se considera un momento en el que ella está perdiendo literalmente su sangre por la humanidad, purgando y purificándose a sí misma para hacer espacio para las energías creadoras y la vida por llegar.
Debido al carácter sagrado de esto, algunas culturas indígenas sacan a sus mujeres fuera de la aldea durante su tiempo de luna. Esto no es una prohibición o discriminación, como se supone popularmente hoy. Es un período de protección y descanso de las duras tareas de sus vidas, unos días de descanso al mes. Es un tiempo en que se reúne con otras mujeres y le sirven comida que no tiene ella que cocinar. Es también un tiempo para la reflexión o el intercambio y la vinculación con otras mujeres. En resumen, un momento de respeto, honor y descanso.
Durante este tiempo, también no participan ni se acercan a cualquier ceremonia que se realiza. Hay una buena razón para ello. La razón principal, muy lógica, es que nunca es una buena idea iniciar una ceremonia mientras que otra está en proceso, y ese período suyo es considerado una ceremonia
Una segunda razón se refiere a las poderosas energías, sin control a veces que suelen aparecer en la mujer cuando está en tiempo de su luna. Pocas mujeres saben cómo controlarla y esa energía es capaz de cualquier explosión, con o sin intención.
Las antiguas culturas sabían y entendían estas cosas. Por desgracia, la verdad a menudo se ha perdido en el camino de los nuevos tiempos o malinterpretado y llevada a la falsedad. Las mujeres casi han olvidado su lugar en el Universo.
Así que es hora de que las mujeres empiecen a buscar a su poder, a respetar sus cuerpos y sus ciclos .Es de vital importancia que las mujeres opten por sanarse y recuperar la comprensión de sus propios dones únicos, para volver a reclamar su propio poder. Luego le corresponderá a cada mujer, según su creencia y su Divinidad, la forma de manejar todo éste poder.
Se dice que somos la séptima generación sagrada. Para nuestros hijos y nietos, para las próximas 7 generaciones, para nosotros, es el momento de que las mujeres aprovechen su poder y se pongan a trabajar para ayudar a salvar nuestro mundo. Las mujeres no solo pueden hacerlo, sino que son particularmente adecuados para ello. Pero es una elección.
Por Stephanie M. Schwartz, escritora independiente, miembro de la Asociación de Periodistas Nativos Americanos

martes, 12 de julio de 2016



¿Cuánto vales?
Un día un sabio maestro recibió la visita de un joven que se dirigió a él para pedirle consejo:
— Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le dijo:
— Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y haciendo una pausa agregó: — si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
— E... encantado, maestro— titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
—Bien— asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:
— Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.
Pero les bastaba el escuchar el precio del anillo; cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste, subió a su caballo y volvió a donde el maestro se encontraba:
— Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
— Qué importante lo que has dicho, joven amigo —contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
— Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
— ¡58 MONEDAS! — exclamó el joven.
— Sí, -replicó el joyero— yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
— Siéntate —dijo el maestro después de escucharlo— Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?